XXXVI. Del viaje del señor obispo al sínodo de Méjico que se tuvo aqueste año de 1546

[1] Nadie puede pensar el estruendo grande que la venida nuestra y del señor obispo causó en esta tierra, por que como los señores obispos y los clérigos y casi todos los religiosos confesaban y absolvían a todos los españoles, y nosotros entramos condenándolos a todos, y a los que los confesaban, abominando los pecados de los unos y la gravedad de los otros, casi todo este mundo se encandalizó en nosotros, aunque algunos revivieron con la verdad y la luz de la doctrina. Todos nos culpaban de indiscretos y decían que, sin por qué ni para qué, alborotábamos la tierra y que en lo que no sabíamos levantábamos nuevas opiniones, contradiciendo a los obispos y a los religiosos santos y doctos de todas las Indias. Decíannos que si pensábamos nosotros ser más doctos que cuantos acá habían pasado. Otros decían que la poca experiencia de la tierra nos hacía sentir aquello, pero que, cuando tuviésemos experiencia, que otra cosa sentiríamos: que la tierra nos...

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