XXXV. De la venida de un oidor de la Real Audiencia de los confines, a visitar la tierra y moderar los tributos
Mucho nos hemos dilatado en referir los sucesos
que a nuestros religiosos acaecieron el año
de 1545, que debe ser memorable en esta santa
provincia. Pero ellos han sido tales, tantos y tan varios, que
no se ha podido abreviar más, y ha sido preciso todo para
que se sepa lo que padecieron todos aquellos apóstoles varones,
de contradicciones, moviendo Satanás a aquellos cristianos
para que no se plantase la fe en aquellas provincias.
Pero es esa la gran virtud de la fe que, mientras más perseguida,
más se arraiga y crece. Como los hebreos en Egipto,
así creció tanto en las grandes persecuciones de la iglesia
desde que los judíos quitaron la vida al redentor.
No se acabaron con el año estos trabajos, que tela había
urdida en el oído de los cristianos para otra gran tela que se
tejió en este año de 1546. Y, para tejerla bien, procuraron
elegir un alcalde tal cual lo requería su depravada malicia, que
se llamaba San Pedro de Pando, hombre muy apropósito para
el caso. Para...
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