XXVIII. De los grandes disgustos que pasaron con el encomendero de Chiapa, y los motivos de ellos

El encomendero de Chiapa era muy astuto y viendo que a su tela se le iban descubriendo los hilos, procuró con maña ver si podía echar de allí a los religiosos que ya estaba muy arrepentido de haberlos admitido. Y así, en conversaciones les movía plática diciendo que podían pasarse a Nueva España donde serían estimadas las grandes prendas que a cada uno lo hacían digno de grandes puestos. Pero ellos, que en nada de eso pensaban, no dieron lugar a semejantes vanidades. Entre tanto, se fue enlazando el negocio de modo que llegó al rompimiento que veremos porque, habiendo reñido a un indio y maltratándolo por cierta iniquidad que él intentaba, y echándolo después, tornoló a llamar a él a su casa y al principal de aquel barrio. Y vino a él a casa y dijéronle los frailes que no fuesen, y con esto no fue él ni el principal. Dijo entonces el español: ¿Como que hay indio que llamándolo yo, no venga y que diga: después iré que ahora estoy ocupado? ¡Voto a tal! Si...

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