XXII. De lo que sucedió con el encomendero de Chiapa y cómo engañó a los religiosos
Este caballero era muy aficionado a la Orden de Santo
Domingo y había deseado que allí poblasen frailes de
esta orden y teníales ojeado un sitio en lo mejor del pueblo
y encima del río, donde hay una fuentecilla, y el sitio era tal
que no se le podía poner tacha ninguna. Y luego llevó allá a los
religiosos y contentóles mucho; aunque les parecía que era tan
bueno que les parecía que los indios lo darían con pesadumbre.
Pero él tenía tanta gana de que poblasen allí, que se obligó a quitar
todos los inconvenientes y a contentar a los indios. Y, como
el sitio era tal, finalmente se convencieron a querer poblar allí.
Para entre tanto que se labraba algo, estaban aderezadas
dos casillas junto a la iglesia adonde se echó una cerquilla para
que pasasen allí los religiosos. Entre tanto que estuvieron allí,
el español se dio tanta maña a engañarlos que, sin excitación
ninguna lo tenían por santo y tal lo habíamos pintado en los
memoriales que entonces hacíamos de lo...
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