VIII. Llegada a la isla de Santo Domingo y estada allí
Martes a 9 de setiembre de 1544 a cabo de cuarenta
y tres días que embarcamos en la Gomera,
saltamos en tierra en la ciudad de Santo
Domingo en la Isla Española, y antes que saltásemos en
tierra vino al navío, el superior de nuestra casa, que se llamaba
fray Antonio de León, hombre docto y celoso, así de
la religión como del bien de las Indias y de sus naturales,
conocido nuestro porque había estado meses en Salamanca
informándose de dudas acerca de las cosas de esta tierra; y
así nos holgamos con él en extremo. Salidos todos en tierra
fuimos todos en procesión a nuestra casa y, al camino salió
a recibir al obispo y a nosotros, el obispo de la isla de Puerto
Rico[1] y otra mucha gente, y llegados a la puerta de nuestra
casa comenzamos un te deum laudamus. Luego salió allí el
padre provincial de aquellas islas y el prior de aquella casa
que se había adelantado y todo el convento, y hecha oración
y tomada la bendición, abrazamos a nuestros hermanos...
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