VIII. El sueño del Imperio: El “Felicísimo viaje” (1547-1551)

Mientras el príncipe disfrutaba de unos de los años más dichosos de su vida, a finales del mes de abril de 1547 tan feliz tranquilidad se vio sorprendida por un mensajero, que llegó a Valladolid a uña de caballo desde Alemania. Sin casi quitarse el polvo del camino sobre sus ropas pidió ver a Felipe. Era don Luis Quijada, criado e íntimo amigo del emperador. Traía una gran noticia: el ejército de los príncipes luteranos alemanes había sido aplastado en Mühlberg, a orillas del río Elba. Aunque el propio Quijada traía consigo una breve relación de la batalla, probablemente no supo emplear el mismo tono épico que Luis de Ávila y Zúñiga en sus Comentarios de la guerra de Alemania, una obra que la cancillería imperial divulgó ampliamente durante los años siguientes. Era el mayor triunfo del emperador sobre sus enemigos: «Esta victoria tan grande el emperador la atribuyó a Dios, como cosa dada por su mano; y así, dijo aquella tres palabras de César, trocando la...

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