VII. Salida de La Gomera y llegada a la isla de Santo Domingo
El día siguiente después que embarcamos, que fue
miércoles a 30 de julio por la mañana, con próspero
viento salimos del puerto de la Gomera[1] y nuestra
nao iba muy buena y muy más ligera que otras, tanto
que casi sin velas caminábamos más que otras que llevaban
tendidas todas sus velas. En comenzando a navegar caímos
todos como muertos que no quedó en pie ni el vicario ni
otro: comúnmente se marean, pero saliendo de estas islas,
más que de España, porque como entran mucho en las uvas
y frutas y beben mucho por la abstinencia pasada, sienten
más la mar; pero como el cuerpo está ya purgado de la otra
navegación, en echando aquellas uvas y aguas, vuelven otra
vez sobre sí, y así a los dos o tres días íbamos casi todos
buenos. A otros les duró más la mala disposición; pero no
llegó a lo de la primera vez, y los que arriba dije que no
alzaron cabeza, aún iban mejores, porque aquí el tiempo
que corría era maravilloso que no lo podíamos desear mejor
y...
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