Vanidad de vanidades. Relativismo, determinismo y el discreto encanto del «análisis definitivo»

El coco de la impropiedad [inadequacy] pesaría como un añadido sobre el ánimo de cualquiera al que importara en algo el ser tachado de irresponsable en el trabajoso ajetreo que la vocación ya de por sí implica. Al que le importara en algo. Para que esto oscilara de forma amenazadora sobre la coronilla inclinada sobre el libro del estudioso, claro está, el iniciado en las artes historiográficas –por poner un ejemplo cualquiera de entre los de muchos otros posibles eruditos– debería encontrar como uno más de entre sus deseos aquel de conducirse con corrección en estas sus tareas. Sería algo tal que un deseo deontológico. Humillándose (humillado, self-effaced), se elevaría. Se elevaría, evidentemente, a ser historiador, a ser reconocido por sus pares como tal. Se elevaría en esa dignidad a los ojos de los otros iniciados. Este deseo invoca cierta publicidad del conducirse, entonces. Se busca el reconocimiento. Una de esas cosas de mutualidades. De ello resulta que...

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