Prólogo (Robert Owen)

«Cuando se aterriza en el aeropuerto de Glasgow o en el de Edimburgo, inmediatamente uno se puede dar de bruces con alguno de los expositores en los que se acumulan diferentes ofertas de las visitas turísticas que ambas ciudades ofrecen o que no quedan a mucha distancia de las mismas. No deja de ser curioso que entre folletos que invitan a visitar un zoológico, una destilería de whiskey o una parada de gaiteros aparezca también la propuesta de conocer New Lanark que, en definitiva, no es sino una inmensa fábrica (o un núcleo industrial si lo queremos decir así). Ello significa que New Lanark fue en su día un hito importante y que hoy merece ser conservado como un punto de interés turístico. Pero sin darse cuenta, en tan inocente proposición se avanza la posibilidad de que el turista se convierta en viajero y que, entre el feraz paisaje, las bellísimas cascadas sobre el río Clyde y aquellos edificios industriales de repente recobre lo que realmente ante él se...

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