Prólogo (El despertar del asociacionismo científico en Cuba)

En la geografía mágica de La Habana, en la que se entremezclan palacetes, residencias de corte norteamericano, solares, iglesias y conventos coloniales, encontramos todavía algunos vestigios de antiguas instituciones científicas cubanas. Entre éstas cabe destacar la sede de la Sociedad Económica del Amigos del País, hoy ocupada por el Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias, y la de la antigua Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales, situada en la calle Cuba casi esquina con la calle Amargura, creada en 1861 tras múltiples intentos de un memorable personaje como Nicolás José Gutiérrez desde 1826. En el impresionante edificio de esta Academia, que esconde una fachada relativamente modesta, conocí hace años al autor del libro que ahora presento al público, Reinaldo Funes Monzote, entonces casi un aprendiz de brujo en la aventura de esta profesión de historiador, integrado en un magnífico equipo de historiadores de la ciencia...

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