Libido scribendi

Generada, sí, en medio del silencio (o del ruido), la escritura es también producto, sobre todo, de la temperatura libidinal. Y querremos con esto decir que el cuerpo que la asume en su ejecución de destino tiene que estar tensado por la energía de aquella singular vitalidad que le convierte en «máquina deseante». Todo le conduce a depender extraordinariamente del tiempo, de las estaciones; pero también de la presencia del calor o del frío. Son aquellas condiciones las que, en el fondo, determinan los períodos de creación (fluidificando la escritura) o de preparación y documentación (los inviernos rigurosos en que de antiguo suelen transcurrir los estudios, estos en cuanto volcados en las reservas y «graneros» de la letra). Ciertas obras se hacen en medio del frío, intempestivamente, a contratiempo, como es fama que escribiría Antonio Machado sus Campos de Castilla, en los inviernos helados del año 12, 13 del novecientos, en la altamente frigorizada habitación de...

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