Las Marismas del Guadalquivir

La marisma en tiempos históricos

Figura 2.2. Grupo de vacas en la marisma seca. Fotografía: Héctor Garrido.
Figura 2.2. Grupo de vacas en la marisma seca. Fotografía: Héctor Garrido.

Las Marismas del Guadalquivir constituyen una extensa llanura, fruto de la colmatación del antiguo estuario del río con los sedimentos aportados a lo largo de los siglos por el Guadalquivir y otros ríos menores, que también desembocaban en este estuario. Las escasas referencias previas hablan siempre de la importancia de las islas del río para el ganado, no mencionando el resto de la marisma, posiblemente por un menor interés ganadero. En tiempos de la dominación árabe se cita que “En la última parte del curso del Guadalquivir, aguas abajo de Sevilla, hay numerosas islas situadas a lo largo de cada orilla y rodeadas por el agua: la hierba crece allí abundantemente y no se seca jamás, a causa de la humedad y de la ligereza del terreno; por ello, el ganado prospera y se puede encontrar leche todo el año” (Sánchez Martínez, 1982). En el repartimiento de Sevilla, tras la conquista de la ciudad por parte del rey Fernando III en 1248, se hace referencia en varias ocasiones a las islas Capitoles, que eran tres: la isla de Cabtil o Cabtal (Isla Mayor), la isla de Cabtol, Cabtur o Captol (Isla Menor) y la pequeña isla de Yenechtela, que quizás coincidiera con la Isleta de Hernando. De ellas sabemos que al menos Isla Menor se encontraba habitada, pues fue saqueada, asaltadas sus torres y cautivos sus habitantes en 1226 por parte de cristianos del Algarbe y en 1285 por parte de los Benimerines (González, 1951).

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