La presencia o invisibilidad de las divinidades en los santuarios ibéricos

Quizás, ante una mirada a la bibliografía pasada la obra que, de manera global, más ha promocionado el tema de la ‘religión ibérica’, sea las Primitivas religiones ibéricas de J. M. Blázquez (1983), publicada en los años sesenta, en la que se plantea una vocación animista de la religión ibérica y que ofrece, además, una visión detallada de los ejemplos entonces conocidos. La interpretación religiosa que realiza, quizás, pudiésemos sintetizarla en estas frases (p. 179 y ss.): «La cerámica ibérica ha dado una buena colección de dioses y diosas, todos protectores de la fecundidad y de la vida, en su más amplio sentido, que encajan muy buen en la estructura económica y social de estos pueblos…» o bien, cuando comenta sobre la divinidad Tanit en estos términos: «Se ignora todo lo referente al ritual del culto a esta diosa ibérica de la fecundidad, salvo que había danzas, según se deduce de la citada terracota de la Serreta, con músicos…», también, cuando habla de divinidades masculinas e insiste en que «La existencia de una divinidad asociada a los caballos, paredra de la diosa de la fecundidad venerada por los iberos, se prueba por la presencia de siete relieves de época prerromana...»; o continuamos cuando relata la importancia de la vegetación arbórea, de la que dice «...de la que depende la supervivencia de la humanidad».