La obra de Angélica Gorodischer

«Cavar en la tierra un hoyo para plantar algo y ver asomarse las lombrices y despeñarse los granitos oscuros y a veces brillantes un solo segundo, contra sarmientos blanquecinos, ápices de raíces de otro algo que está mucho más allá.» Angélica Gorodischer En este contexto se desarrolla la obra de Angélica Gorodischer (1928), hija de la también escritora Angélica de Arcal. Criada en un entorno de sobreprotección, el recurso a la fantasía como válvula de escape comenzó a manifestarse en su vida muy tempranamente, así como una intensa afición por la lectura: “a los siete años, cuando leía furiosamente de todo, había decidido que Dostoiewsky y Kafka eran mis colegas. No yo colega de ellos sino ellos de mí”[1]. Su trayectoria narrativa, de eclosión tardía, se inició con la publicación de un atípico cuento policial, “En verano, a la siesta y con Martina”, ganador del segundo premio en el III Concurso de Cuentos Policiales patrocinado por el...

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