La construcción de un conflicto

Como escarmiento

En los pasillos ya no quedaba nadie. Entré en la sala de profesores. Celia, la maestra interina a quien, supuestamente, los niños habían agredido, estaba sentada lloriqueando junto a la mesa. Me sorprendió que estuviera en el colegio porque, como los niños, yo también la creía en el hospital. En cualquier caso, verla me tranquilizó muchísimo. Era evidente que para darles un escarmiento las maestras les habían mentido. Una de las niñas lo entendió del siguiente modo:

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