Introducción: la Grecia de Wilhelm Von Humboldt, o ilustración y clasicismo, por Salvador Mas

[1] Wilhelm von Humboldt sintió la pasión por la Antigüedad desde su adolescencia. En abril de 1790 confiesa retrospectivamente a su mujer que fue un niño y un joven desgraciado y solitario que buscaba llenar este aislamiento y esta amargura con los libros, especialmente griegos;[2] tal vez, pues, el típico caso del joven inteligente y sensible que, ante la incomprensión generalizada que siente a su alrededor, se refugia en la lectura, consiguiendo así tan sólo que su soledad y aislamiento se redoblen. Pero al margen de elucubraciones más o menos psicoanalíticas, que verían en aquella pasión el elemento compensatorio de una vida insatisfecha, en su interés por la Antigüedad fue decisivo Heyne, con quien estudió en Göttingen desde la primavera de 1788 y del que aprendió a considerar la Antigüedad como una totalidad y a ver en la filología algo más que mera crítica textual. Fue asimismo importante la amistad con Wolf, también discípulo de Heyne,...

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