Introducción (De Salamanca, España, a Ciudad Real, Chiapas, 1544-1546)

De sábado a sábado

La narración se inicia una mañana del sábado doce de enero de 1544. La, suponemos, gélida mañana salmantina arranca con angustias, con sollozos, que a lo largo del día van concentrándose hasta que, tras la comida, los viajeros comienzan a despedirse, «con tantas lágrimas y sollozos que no se pueden explicar». Parten y, de cuando en vez, echan la vista atrás. Otro sábado, un trece de noviembre de 1546 (es decir, dos años, diez meses y un día después), entraron definitivamente en Ciudad Real de Chiapa con tañido de campanas, cantos y, en definitiva, «con mucho regocijo y alegría de toda la ciudad». Entre la amarga partida y el final feliz mediaron 1036 días de alegrías y sinsabores, de desesperación, de esperanzas y temores, de descubrimientos y desconsuelos. Días de largas y duras caminatas por tierra, o de inacabable mareo acostados en las tablas de los barcos que cruzaban el océano. Pero que alguien, un grupo tan numeroso como el que protagoniza el viaje del que estamos hablando, se disponga a sufrir voluntariamente el calor insoportable, las lluvias torrenciales, las enfermedades o quién sabe cuántas aflicciones, legitima preguntarse quiénes eran, por qué viajaban, dónde querían llegar. Por qué, en definitiva, se embarcaron, literalmente, en tantos peligros.

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información