Introducción (Atlas histológico del lenguado senegalés)

Importancia de la acuicultura en la producción de peces

El cultivo de peces es una actividad milenaria procedente de China, donde inicialmente se limitaba al mantenimiento de carpas vivas en agua dulce. Esta actividad ha ido desarrollándose poco a poco por todo el mundo, hasta que en los últimos años se ha convertido en una industria de importancia relevante, ya que ofrece un mejor aprovechamiento de los recursos naturales en las zonas litorales; contribuyendo a aumentar la producción/explotación pesquera, significativamente, y constituyendo, por tanto, un excelente complemento para el abastecimiento del mercado piscícola. Paralelamente, el desarrollo de la acuicultura supone un importante factor de revitalización en zonas costeras deprimidas, integrándose en el paisaje con un impacto ambiental menor que otras actividades. Por otro lado, y debido a la demanda creciente del mercado, el desarrollo integral de la acuicultura parece ya un hecho irreversible. Así, Pillay (1990) ya estimó que la producción acuícola debería sobrepasar los 26 millones de toneladas a finales de siglo.

En España, la acuicultura ha llegado a constituir un sector productivo de gran interés, produciéndose más de 270.000 toneladas, a principios de los noventa (JACUMAR,1992). La costa andaluza contribuye en gran parte a aumentar el nivel de dicha producción en España, ya que dispone de considerables extensiones de terreno (30.000 ha), aprovechables para el desarrollo de los cultivos marinos. Las condiciones bioclimáticas de la región suratlántica española, la abundancia de alevines naturales y la posibilidad de utilizar la producción natural de los diferentes eslabones de la cadena alimentaria, permiten un considerable ahorro en los costes de producción, muy inferiores a los derivados de una producción monoespecífica e intensiva, ya que una actividad acuícola de explotación intensiva, necesita una importante biotecnología que debe incluir, tanto la disponibilidad de una infraestructura que englobe el aporte de agua y los circuitos de cultivo, como técnicas de cultivo que tengan en cuenta la biología de la especie: esto es el tipo y época de reproducción, la naturaleza de las puestas, el modo de incubación de los huevos y la alimentación de los reproductores, larvas y juveniles.

Actualmente, son muchos los recursos y las especies que están siendo utilizadas para los cultivos y este número sigue aumentando progresivamente. En la mayoría de los grupos, se incluyen especies de peces, crustáceos, moluscos, plantas acuáticas, etc., calculándose unas 190 especies cultivadas en todo el mundo, de las cuales más de 100 especies son cultivadas en el Sudeste de Asia (FAO, 1991).

La elección de la especie a cultivar debe basarse en su valor comercial, en la velocidad de su crecimiento y en la disponibilidad de larvas y juveniles recolectados del medio natural. En la costa suratlántica española, la dorada, Sparus aurata, el robalo, Dicentrarchus labrax y el lenguado senegalés, Solea senegalensis parecen responder bien a estas condiciones, lo que ha permitido una progresión rápida de la producción de alguna de las especies señaladas, como es el caso de la dorada en los últimos años (Figura 1).

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