La historia de Marruecos ha tendido a uniformizar su pasado colonial al integrar las políticas de la gestión de la diversidad arabo-amazigh del Protectorado español en las del francés.[2] Sin embargo, ambas políticas fueron divergentes, también tras la Guerra del Rif y una vez llegó la «pacificación» del territorio en 1927, tal como fueron apuntado diversos autores españoles y marroquíes como Martín Corrales (1999, 2002b), Morales Lezcano (2002, 2003), Feria (2002), La Porte (2001), González Alcantud (2003), Madariaga (2009), Velasco (2012), Aziza (2003), Ibn Azzuz (1997, 2003), Akmir (2012) y Benaboud (1999) y, en una órbita anglosajona, antropólogos como Hart (1992, 1999) o Munson (1999). La equidistancia mantenida por España respecto a unas distinciones étnicas marroquíes agudizadas por Francia, magníficamente retratadas por Lorcin desde el caso argelino (1995) y quizás presentes en período precolonial (B Boëtsch y Ferrié 1996; Mahé 2001), no fue apenas perceptible en la historiografía francesa desde trabajos influyentes y emblemáticos como los de Julien (1978) o Ageron (1971) y, cuando lo fue, mantuvo un tono crítico respecto a las políticas españolas. Como señaló Morales Lezcano (2003: 226):
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