Gregorio Martínez Sierra y María de la O Lejárraga

KOSIMA Y KENKÔ

Ha sido siempre el pueblo de Japón emporio de prudencia y sabias costumbres. Parece que sus viejos legisladores tuvieron trato íntimo con la Naturaleza y de ella aprendieron las leyes de la vida, y en sus sabios preceptos calcaron normas de existencia y reglas de conducta. Entre todas las muchas sapientísimas que fuera largo contar, existe desde siempre una por todo extremo razonable, y es la que manda que se críen y eduquen juntos, y el uno para el otro, aquellos niños que más tarde han de unirse con los vínculos del amor conyugal.

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