Epílogo. Unos objetos de perpetua actualidad

Un vertiginoso salto en el tiempo

Como se dijo en la introducción, el análisis documental para esta investigación ha abarcado hasta el final de la guerra civil. Lo acontecido desde entonces no ha sido objeto de estudio. En consecuencia, las pinceladas que aquí se presentan en absoluto deben ser tenidas por un diagnóstico o una reflexión crítica fundamentada. Ese es un trabajo que queda pendiente. Por esa acotación de fechas en la búsqueda, son pocos los documentos relativos al periodo franquista que han aparecido, un poco por casualidad, en el archivo. Un listado sin fecha da cuenta de los 42 grupos que había, hacia los años 40, en el llamado «salón de aves», un completo muestrario de especies ibéricas con muy contadas excepciones foráneas, como los ñandúes o los mirlos metálicos de Guinea.[1] Otro, este firmado un 1 de enero de 1941, enumera los animales disecados que se dieron de baja por su mal estado y se destruyeron. La lista incluye una jirafa procedente de la Casa de Fieras, dos renos intercambiados en su día con el Museo de Estrasburgo, un carabao de Filipinas procedente del Museo de Ultramar, un berrendo de Nebraska comprado en Basilea o la cabeza casi blanca de un reno de Spitzbergen que, curiosamente, tenía una etiqueta en la que ponía «Prestado».[2]

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