Epílogo (La locura)

Comenzábamos este libro hablando del delirante, de sus certezas y de su sufrimiento. El delirio es, sin duda, una de las manifestaciones más genuinas de la locura. A veces se dice que todos deliramos, que todos estamos un poco locos. Es cierto, pero el delirio de la Locura con mayúsculas no tiene nada que ver con las pequeñas locuras cotidianas de la gente corriente. El delirio de la psicosis genera un saber diferente —y en buena medida prohibido— que es propio e incompatible, que no es compartido ni por los sanos ni por los otros locos. Dependiendo de un criterio o de otro, el abordaje terapéutico que se haga puede ser muy diferente, se puede entender el síntoma mental en función de la res­puesta a la medicación o en función de lo que realmente le pase a la gente. Para eso el profesional deberá escuchar. Escuchar, sí, pero ¿a quién?, ¿al fármaco o al paciente? Y esto nos lleva, una vez más, a lo que ha sido el hilo conductor de este ensayo, lo que hemos...

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