Engendrado en una habitación

La presencia oscura y agobiante de aquel gabinete literario para infantes —y propiamente máquina o laboratorio de escribir saturado de tensiones utópicas y altas exigencias anímicas—, nos recuerda que el cuerpo de aquel príncipe, de haberse llevado a cabo tal «máquina», en efecto, se vería «abrazado», literalmente envuelto por una atmósfera de letras, de saberes, de libros, de folios, de plumillas, de tintas, de imágenes también. Su vista no debía aparecer liberada, ni dirigida a horizonte alguno, que no fuera el propio de las tareas y trabajo que la aguardaban silentes. Es ese otro aspecto en que tal utopía sume al individuo, ello al reforzar el anillo protector y expulsar hacia un exterior a todo el resto de lo mundano. Y es que resulta que la visión de las vastas bibliotecas y espacios varios de trabajos de lecto-escritura, en cuanto ámbitos que son enteramente circunscritos y sujetos al dictado de una «galaxia tipográfica», siempre han estimulado a los...

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