Carta a Schiller. Tegel, 6 de noviembre de 1795

Lo que Usted, querido amigo, me dice en su última carta sobre la diferencia entre los poetas griegos y modernos, me ha brindado una rica materia para la reflexión y lo he encontrado infinitamente verdadero. Mi propio sentimiento siempre ha realizado la diferencia por Usted señalada entre, por una parte, los griegos y, por otra, los romanos junto con todos los modernos y, en esta medida, sus ideas me encuentran muy preparado. Mucho tendría que decir sobre éstas, pero me lo ahorro hasta haber leído su ensayo.[1]Hoy, sólo un par de palabras sobre esta materia para aclararle el punto de vista desde el que yo, al margen de ideas ajenas, veo el asunto, y del que partí hace poco en mi carta sobre su determinación de los poetas.[2] Me parece que Usted no me ha comprendido de manera totalmente correcta en mi comparación entre Usted y la peculiaridad griega. Parece creer que lo alejo mucho de los griegos y que considero este alejamiento como un defecto del auténtico...

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