Capítulo VII. El arte maravilloso de contar

Todos los estudiosos de la obra cunqueriana coinciden en calificar al autor y a sus protagonistas como «fabuladores empedernidos». Siempre gustó Cunqueiro de aquellos escritores inventores de ventas y tabernas, concebidas como lugar de encuentro, en el que los protagonistas, al calor del hogar y del vino, contaban apasionantes aventuras. En distintas ocasiones, anunció la intención de publicar una novela que llevaría por título La taberna de Galiana,[1] situada en la mitad de cualquier camino, y a la que acudían viajeros que iban y venían de los diferentes mundos.situada en la mitad de cualquier camino, y a la que acudían viajeros que iban y venían de los diferentes mundos. Fue Cunqueiro un creador de espacios en los que reunir grupos de gentes, que entretuviesen sus ocios, sus vidas, contando y escuchando historias. A la posada de Termar, llamada el Mesón del Castellano, acude Felipe de Amancia para escuchar las peripecias del enano griego o el paje de Aviñón;...

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