Capítulo IV. Al público se lo debemos

Litros de alcohol

Para sustituir a Maisterra al frente del Museo se nombró al catedrático de Cristalografía Tomás Andrés de Andrés Montalvo. Según él mismo confesó, el nombramiento le vino sin buscarlo ni quererlo, en un momento difícil debido «al lamentable estado del Museo, sin salas de exposición, sin laboratorios ni instalación ninguna hecha al cabo de tanto tiempo pasado después de la mudanza».[8] Al afrontar su mandato, el nuevo director entendía que la consecución de un edificio propio para Museo y Facultad era un objetivo que no había que perder de vista, pero hasta lograrlo tocaba instalarse con más voluntad que medios. De hecho, cuando solicitó apoyo económico al Ministerio de Fomento, le informaron de que todos los créditos para equipamiento corriente ya habían sido asignados. No quedaba dinero disponible. Los temores de Antón, Colmeiro y Bolívar se hicieron, desgraciadamente, realidad. Enzarzados en sus estériles discusiones sobre muebles y espacios, los profesores del Museo habían perdido la oportunidad de subirse al escuálido tren de las ayudas.

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