Capítulo III: La bohemia histórica madrileña: Iluminaciones en la Sombra y Troteras y Danzaderas

El Flâneur, la multitud y el compromiso

Coherente, por ende, con los odios violentos y cóleras feroces de la pluma de Sawa y, por su parte, con la estilística de la narrativa modernista, se observa en Iluminaciones en la sombra que la representación impresionista de la ciudad exhibe una clara cohesión entre el estado de ánimo del que narra (Sawa) y los detalles climáticos y topográficos que “decoran”, más que la acción presente, la narración de acciones pretéritas que se dan tanto en el seno de Madrid, como en París. Debido a la naturaleza (auto)exiliante de Sawa desde su regreso (de París) a la corte española a mediados de 1896, en Iluminaciones en la sombra surgirán continuamente referencias simbióticas entre cronotopos como el de la cárcel y la tumba en relación con el albergue del escritor y, en mayor escala, y dada la opacidad y parálisis de las instituciones y gentes (principalmente la burguesía) que conforman el campo cultural de la corte, el leprosario o el cementerio. De esta forma, con Sawa (como luego también con su alter ego Max Estrella, en Luces de bohemia) recorremos lo que Víctor Fuentes denomina “las obligadas estaciones de los bohemios”, desde la buhardilla al cementerio, pasando por la librería, la taberna, la cárcel, la redacción del periódico, el café, el jardín, la plaza, “todo un entrecruzamiento de calles en precipicio […] con amago de suicidio en el Viaducto” (“Madrid” 78), hasta morir de hipotermia en medio del arroyo.

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