Capítulo 2. Ciudades petrificadas en el desierto

Todo un pueblo de África, habitantes incluidos, convertido en piedra

Las primeras menciones de esta ciudad con humanos petrificados pueden encontrarse en obras del siglo XVII, como el Mundus Subterraneus (1665), de Athanasius Kircher. Este jesuita alemán trató en esta obra de los fenómenos de petrificación que tenían lugar en la naturaleza, enmarcándolos dentro de un esquema geológico que abarcaba el conjunto del geocosmos. En este apartado mencionó en su libro una historia, a la que calificó de terrible, conocida a través del vicecanciller de los caballeros de Malta y que había sucedido pocos años antes en un pueblo del África mediterránea llamado Biedoblo. Por alguna especie de maravillosa metamorfosis, comentaba Kircher, todo lo que estaba dentro de este pueblo, personas, animales domésticos, árboles, muebles, el grano y demás alimentos , se había convertido en piedra. Andreas Carolus, abad de San Gregorio en el ducado de Wurtemberg y contemporáneo del jesuita alemán, comentaría que la noticia de la transformación del pueblo de Biedoblo había llegado a través de una joven esclava norteafricana, quien aseguraba que el fenómeno de petrificación había tenido lugar tras la caída de un rayo en el pueblo, durante una noche de tormenta, en medio de espantosos truenos.

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