Capítulo 1. Iconos mitológicos y de la biodiversidad marina

Desde que inicié mi investigación con estos fascinantes seres, con frecuencia muchos de mis amigos, conocidos o perfec­ tos desconocidos han puesto cara de sorpresa, acompañada de una sonrisa más o menos amplia, al enterarse de que mi trabajo como científico estaba dedicado a estos peces. La ma­ yoría, mientras abrían con incredulidad sus ojos de par en par, exclamaban alguna frase corta como: “¡Qué guayyy!”, “¡Qué chuuulo!” o “¡Qué boniiito!”. Otros llegaron más lejos en sus comentarios, señalándome la inmensa suerte que tengo por trabajar con estos animales, cosa que, por otro lado, yo ya sabía. Hay un tercer grupo en el que incluyo a aquellos que te miran como si estuvieran poseídos y que, con cara de es­ cepticismo, te sueltan una frase lapidaria, sin miramientos ni rodeos, que podemos resumir en algo como: “Y eso… ¿se come?”. O, peor aún: “Y eso… ¿para qué sirve?”. Si tengo que ser sincero, debo decir que a nadie le gusta que se...

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