Durante la estadía del gobernador propietario Celedonio Gutiérrez en San Nicolás de los Arroyos para la firma del Acuerdo entre las provincias, el general Alejandro Espinosa fue elegido gobernador y capitán general interino de Tucumán por la Sala de Representantes. Los «liberales» —en su mayoría reincorporados a las lides políticas provinciales luego de Caseros— apelaron al sufragio y a la modificación de la representación legislativa, para destituir al tradicional gobernador rosista.[2] Mediante influencias de Salustiano Zavalía se aprobó una ley que otorgaba a los departamentos de Capital y Monteros ocho y cuatro diputados en función de «su mayor población y cultura», en lugar de cuatro y dos, como había sido la representación usual.[3] Los resultados electorales fueron favorables a los candidatos liberales, que consiguieron un importante caudal de votos que superaban los cuatrocientos sufragios en el distrito de Capital, mientras que los candidatos gutierristas no alcanzaron a conseguir doscientos votos.[4] De modo que, en ausencia del gobernador propietario, la dirigencia liberal demostró mayor capacidad para movilizar al electorado y controlar a la Sala de Representantes. El efecto inmediato de esta elección consistió en la sanción de una ley de destitución del gobernador Celedonio Gutiérrez, a quien se acusó de complicidad con el régimen rosista, de ejercicio prolongado de la suma del poder público y de ostentar un mandato de origen ilegítimo.[5] El derrocamiento de Gutiérrez en Tucumán y de Juan Manuel Saravia en
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