Antecedentes históricos

Siglo XVIII

El Herbario Mutis es el formado, fundamentalmente, durante la Real Expedición Botánica del virreinato de Nueva Granada que, bajo la dirección de José Celestino Mutis y Bossio (1732-1808), tuvo lugar oficialmente durante los años 1783-1816, aunque desde 1760, época de su llegada al continente americano, realizaba ya interesantes investigaciones botánicas.

Mutis nació en Cádiz, el 6 de abril de 1732. Estudió gramática y filosofía en el Colegio de San Francisco de los jesuitas. Desde el primer momento demostró interés por las matemáticas. Por influencia de su padre se matriculó el 15 de noviembre de 1749 en el recién creado Colegio de Cirugía de Cádiz, bajo la tutela de su director, Pedro Virgili (1699-1766), que se había formado en la escuela francesa vinculada a la Academia de Cirugía de París. De allí pasó a la Universidad de Sevilla, donde se hizo Bachiller en Filosofía y Arte el 17 de marzo de 1753, y en Medicina el 2 de mayo del mismo año. De nuevo en Cádiz, completó en el Hospital de la Marina, bajo la dirección de Pedro Fernández de Castilla, los dos años de prácticas exigidos para el examen del Protomedicato, a la vez que participaba activamente en las distintas actividades que se desarrollaban en el Colegio de Cirugía, lugar donde se alcanzaba el más alto nivel de la medicina española en aquella época ilustrada. Allí es donde se inició en una medicina y cirugía apoyadas en la física, química, botánica, anatomía práctica y enseñanza clínica, y le inculcaron el gusto por la historia natural y sobre todo por la botánica. Esta última, gracias a Francisco Ruiz, quien había asistido a los cursos de botánica que impartía Antoine Jussieu en el Jardín de Plantas de París. En 1757, viajó a la Corte para examinarse de médico cirujano ante el Real Protomedicato, título que recibió el 5 de julio. Al año siguiente fue nombrado médico sustituto de la cátedra de Anatomía del Hospital General. Durante su estancia en Madrid de 1757 a 1760, además de visitar en algún momento el recién creado Jardín Botánico de Migas Calientes, estableció una buena relación con el médico y naturalista catalán Miguel Barnades (1708-1771), primer botánico español en introducir el sistema taxonómico de Linneo, cuya obra Mutis ya conocía de la biblioteca del Colegio de Cirugía de Cádiz. Con él pulió sus conocimientos botánicos y se aficionó a la botánica sistemática, además de ponerse en contacto con los discípulos del maestro sueco, entre ellos Alströmer, Bergius y Thunberg, con los que estableció una amistad que más tarde alcanzó al propio Linneo y a su hijo (Amaya, 1999, 2005, 2008). También se interesó por la astronomía, la geografía y las matemáticas.

En 1760, en la coyuntura del inicio del reinado de Carlos III, y gracias a la influencia de Virgili, tuvo la oportunidad de embarcarse para América acompañando como médico-cirujano al recién nombrado virrey de Nueva Granada, Pedro Messía de la Cerda, marqués de la Vega de Armijo, a su familia y demás comitiva. Atraído por un continente totalmente desconocido para el mundo científico y del cual sólo se tenían noticias por la expedición de La Condamine y por las descripciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, llegó con ánimo de recorrer el continente, continuar la obra de Hernández y de Löfling y hacer nuevas colecciones de historia natural para enviar a Madrid y con ellas fundar un gabinete de historia natural, consagrado a la investigación coordinada de los tres reinos de la naturaleza: mineralogía, botánica y zoología, y a la exhibición pública de las colecciones, con un jardín botánico anexo (el de Migas Calientes no le había llegado a satisfacer). Desde el primer momento de su llegada expuso sus ilusiones al virrey pero, al no recibir apoyo alguno, las trasladó directamente a la Corona con el mismo resultado en 1763 y 1764 (Villena et al., 2009: 243), lo que Mutis debió de considerar como una burla.

En 1762, fue nombrado catedrático de matemáticas en el Colegio del Rosario de Santafé de Bogotá. Allí introdujo las teorías de Newton y Copernico, lo que le ocasionó verse ante la Inquisición y de ella se libró gracias a la intervención del virrey. También enseñó astronomía y mejoró la minería, durante los años 1766-1770, en el Real de Minas de Montuosa.

En 1770 volvió a Bogotá, donde ejerció la medicina siguiendo el método de Boerhaave. En 1772 se ordenó sacerdote y en 1777, volvió a las minas, esta vez de inspección, a las del Real de Sapo cerca de Ibagué, donde trató de mejorar el sistema de amalgamación de la plata. En 1783 difundió el método inoculador de la viruela.

Desde su llegada a Nueva Granada, Mutis estuvo en contacto epistolar con Carlos Linneo y fue enviando numerosas plantas americanas a Suecia; sobre ellas, Linneo y luego su hijo describieron y publicaron nuevos géneros y especies. En 1778, cuando ya habían muerto ambos, se redescribieron y comenzaron a publicar las especies más notables bajo su nombre y designación en Plantarum icones hactenus ineditae, plerumque ad plantas in Herbario Linnaeano conservatas delineatae, obra editada por James Edward Smith (1789-1791) y también en Smith (1821).

Muchas de esas plantas se encuentran hoy día en el Herbario de la Institución Linneana de Londres, según Holmgren et al. (1990) representado por las siglas LINN. También en el Herbario MA, tanto de Plantas Vasculares (Amaya, 1999; Fuertes, 2001) como en el Herbario Mutis MA del Real Jardín Botánico en Madrid. Sobre este tema son interesantes los trabajos de Amaya (1999), Blanco (1989, 1991), Díaz-Piedrahíta (1985-2000) y Jarvis (2007).

Dedicó los mejores años de su vida a la profesión médica, minera y otras actividades pero, sobre todo, a observar y estudiar la vegetación que le rodeaba, y así, poco a poco, fue reuniendo materiales con los que pensaba hacer una Flora de aquella tierra.

Cuando finalmente fue aprobada la Real Expedición Botánica del Nuevo Reyno de Granada, el primero de noviembre de 1783, y el rey Carlos III le nombró primer botánico y astrónomo de dicha empresa, «Mutis ya tenía un equipo de peninsulares acriollados y de criollos formados en las doctrinas de Linneo y una obra reconocida internacionalmente. Mutis promovió en Santafé un clima de autonomía regional frente al cual Madrid no se erigió en capital científica. Así la botánica en Nueva Granada nació y se desarrolló de manera independiente e incluso en oposición con la oficial metropolitana» (Amaya y Puig-Samper, 2008: 35).

A partir de ese año de 1783, se dedicó en cuerpo y alma a la Expedición Botánica de la América Septentrional, y tomó bajo su responsabilidad no sólo promover los progresos en las ciencias físicas, sino también desterrar las dudas y adulteraciones que había en la medicina, aumentar el comercio y formar herbarios y demás colecciones naturales, ello sin omitir las observaciones geográficas y astronómicas; es decir, realizar el estudio completo de los recursos naturales de aquel país, la promoción de su aprovechamiento y la educación de una juventud destinada a perpetuar esos intereses.

La expedición se instaló durante ocho años en Mariquita (Tolima), ciudad de clima templado a los pies de la Cordillera Central de los Andes y se trasladó a Bogotá, el 16 de enero de 1791. La «Casa de la Botánica» se convirtió en el centro de la vida académica del país.

Había elegido como agregado científico y subdirector a un culto criollo, Juan Eloy Valenzuela y Mantilla (1756-1833), cuya biografía se incluye en el capítulo IX (pág. 477); como dibujantes a Antonio García y Pedro Caballero; además solicitó cooperación a la Escuela de Pintura de Quito, en el Ecuador, y fueron contratados dibujantes que en diversos periodos y lugares, por más o menos tiempo, dibujaron para ella bajo la dirección de Salvador Rizo, pintor notable y encargado desde el principio de la administración de la expedición; además de los auxiliares, el padre franciscano fray Diego García (1745-1794), meritorio y comisionado viajero; Pedro Fermín de Vargas y Bruno Landere.

Fueron sus discípulos destacados Francisco José de Caldas (1768-1816), de Popayán, sabio y héroe que personalmente recolectó para la expedición alrededor de 5.000 plantas del Ecuador, y que fue nombrado auxiliar científico y director sustituto de astronomía; Francisco Antonio Zea (1770-1822), de Medellín, también nombrado auxiliar científico, que fue más tarde director del Jardín Botánico de Madrid y primer enviado diplomático de Colombia en Gran Bretaña. También destacó su sobrino Sinforoso Mutis Consuegra (1773-1822) que, educado por Valenzuela, fue primero meritorio de la expedición y luego director sustituto de botánica; además, Jorge Tadeo Lozano (1771-1816), de Bogotá, auxiliar científico de zoología; José Manuel Restrepo, de Medellín; Enrique Umaña, auxiliar de mineralogía; José María Carbonell; José Cándamo, encargado del herbario; José Mejía Lequerica (1775-1813), ecuatoriano; como pintor destaca Francisco Javier Matís. La mayor parte de los agregados que tuvo eran novo granadinos.

El estudio de la flora se realizaba en tres etapas: primero se recogían las plantas. Para ello se habían dado instrucciones del «Modo de formar los esqueletos» y se habían encargado entre las cosas necesarias que se comprara papel de estraza. Si había varios ejemplares de la misma especie, uno se dejaba para que el dibujante hiciera un primer boceto con la planta fresca y tomara datos de los colores, etc., y los otros se prensaban y secaban. Luego se perfeccionaba el dibujo; y por último se estudiaban y se describían detalladamente las especies.

««Modo de formar los esqueletos»

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