Ya se hizo constar en los capítulos anteriores que los refuerzos de acero de las estructuras de hormigón armado (EHA) se encuentran en el estado pasivo, protegidos contra la corrosión [1,2]. Esta protección, conferida por una capa pasivante que se forma en la interfase acero/hormigón, autorregenerable, de muy pequeño espesor, en torno a 10 nm [3], es esencialmente de naturaleza electroquímica. Su formación y estabilidad está garantizada por la elevada alcalinidad del hormigón, usualmente en la región de pH 13- 14 y por la existencia de un potencial electroquímico apropiado [4].
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